viernes, 26 de agosto de 2011

Lee, piensa, decide y aprende

Con la Guía. Lee, piensa, decide y aprende.
Fase 2 se pretende apoyar a los alumnos en su
tránsito a la secundaria, mediante el repaso de
algunos temas que estudiaron en la primaria.
Se han elegido cuatro temas, que se consideran
de gran importancia en la asignatura de
Matemáticas y cuyo estudio continuará en la
secundaria cada vez con más profundidad:
  • las operaciones básicas,
  • las fracciones,
  • la proporcionalidad
  • y la geometría.
Para el estudio de cada tema se presenta una
situación en la que cuatro amigos se plantean
un problema relacionado con las matemáticas.

Se pide entonces a los alumnos que exploren
posibles soluciones para dicho problema, y
cuando ya tienen al menos una, correcta o no,
se les muestran distintas maneras de resolverlo.

Con esto se busca que los alumnos conozcan
diversos procedimientos de solución y amplíen
sus herramientas para resolver problemas.

miércoles, 13 de abril de 2011

El Horizonte ha desaparecido

Se informa a la ciudadanía que el horizonte ha desaparecido. Valiéndose de la noche, el enemigo ha obrado de manera pérfida, como nos tiene acostumbrados, y al amanecer nuestras fuerzas han podido constatar todo lo largo de la Isla que ya no existe la línea del horizonte. Si aquellos que nos quieren destruir piensan que con ello van a mellar nuestra fe en el porvenir, ya deberían tener por sabido que a nosotros nada nos asusta, que el futuro nos pertenece por entero, que nuestros principios son indoblegables y que, ante todo, estamos consagrados y somos inmortales. A quienes creyeron que veíamos en el horizonte un símbolo de esperanza, también debemos recordarles que la fe va dentro de nosotros mismos, que nos acompaña como la gloria eterna, que la historia así lo ha confirmado y que ningún espejismo, por real que parezca, nos va a engañar. Y aún más, si pudieron en sólo unas horas borrar el horizonte, con ello no han hecho más que demostrar que el horizonte fue un invento, una patraña para tratar de engatusarnos y confundirnos. Lo que verdaderamente ha ocurrido es que el horizonte jamás existió, fue una quimera que nos inocularon con la finalidad de alocar nuestra brújula y hacernos adictos a las ilusiones. Nosotros permaneceremos firmes, inclaudicables, detrás de las trincheras que hemos cavado en el suelo de la Patria y que, por lo tanto, son sagradas.

Si ya no hay horizonte, son ellos los que se lo pierden.

HUGO SANCHEZ GONZALEZ.

viernes, 18 de marzo de 2011

¿Qué hacer para que funcionen las escuelas?

Credito:

Gabriela Rojas

El Banco Mundial dice: rendición de cuentas. En su recién publicado libro Making Schools Work: New Evidence on Accountability Reforms, los autores analizan las amenazas a la calidad de la educación en los países en desarrollo que no se pueden explicar por la falta de recursos. En el libro se hace una revisión de las fallas en el servicio público educativo y se desarrolla el modelo conceptual, en el que se destaca que una de las causas principales de un servicio público educativo inequitativo y de baja calidad es la poca o nula rendición de cuentas de los proveedores (escuelas) a sus supervisores (autoridad educativa) y a sus clientes (estudiantes y padres de familia). Además, el estudio propone y examina el impacto positivo de tres líneas de reforma para fortalecer la rendición de cuentas en el servicio público educativo:

1) Políticas que utilizan el poder de la información para fortalecer la habilidad de los clientes para hacer que los proveedores rindan cuentas de los resultados. 2) Políticas que promuevan la consolidación de la autonomía administrativa de las escuelas y el empoderamiento de los padres de familia. 3) Políticas que hacen a los profesores responsables de los resultados de sus alumnos y que generan un esquema de incentivos mediante la dependencia del contrato definitivo de trabajo y el pago variable del salario en su rendimiento profesional.

México claramente tiene un sistema educativo inequitativo y de baja calidad, y ni hablar de la casi nula rendición de cuentas. Se han registrado avances en la “cantidad” de educación (años de escolaridad), pero la calidad ha sido soslayada. Y ahí están los resultados. México está en el lugar 48 de 65 países evaluados por la OCDE y ocupa el último sitio de los 33 países miembros de la organización. De acuerdo con el reporte 2008 de la Comisión en Crecimiento y Desarrollo “The Growth Report: Strategies for Sustained Growth and Inclusive Development”, “Los países que han logrado sostener altas tasas de crecimiento han hecho un esfuerzo en la educación de sus ciudadanos y el desarrollo de su capital humano”.

¿Por qué no le apostamos a la educación? ¿Por qué no nos enfocamos en la calidad de ésta? ¿Por qué no está en la agenda nacional una reforma de fondo al sistema educativo nacional? Son preguntas que todos (gobierno y sociedad civil) nos tenemos que hacer y responder. Es nuestra responsabilidad.

grojas@eleconomista.com.mx

martes, 15 de febrero de 2011

Sin eufemismos: inició la privatización de la educación

Por Efraín Moreno Arciniega

La mentira más común es aquella con la

que el hombre se engaña a sí mismo. Engañar

a los demás es un defecto relativamente vano.

Friedrich Nietzsche

El anuncio del gobierno federal de decretar la deducibilidad del pago de colegiaturas en la educación básica del impuesto sobre la renta se llama sin eufemismos: Privatización de la educación. En lo particular, no me extraña; pero sí me pesa.

No me extraña, porque el Estado interventor y benefactor, como era el caso del estado mexicano post revolucionario, hace mucho fue cuestionado por los países líderes del sistema capitalista.

Al caer el muro de Berlín, dicho cuestionamiento se alza en el mundo como la visión triunfante y hegemónica: a partir de ese entonces, las leyes del capitalismo han regido todas las relaciones entre los países del mundo.

El Consenso Washington impulsado por las grandes potencias económicas del mundo, derivado de ese triunfo de las leyes del capital, sustentó la promoción, en la mayoría de los países, de reformas estructurales basadas en las leyes del mercado que fueron debilitando paulatinamente al Estado interventor.

En México, como en otros países, dichas reformas se reflejaron con la venta de empresas paraestatales; con la firma del TLC con los EE.UU; con la incorporación del país al OMC; y con la reducción de los impuestos arancelarios.

El Consenso Washington también demandó a los países reorientar el gasto en los rubros de educación y salud; que no era otra cosa, que la que el estado se desligara de estos servicios, dejándoles a los particulares y las leyes del mercado estos servicios; demandando de los mismos, únicamente intervenir para apoyar en lo básico a los sectores poblacionales mayormente marginados.

México, por razones políticas e ideológicas, había resistido a este último embate. El espíritu de la revolución del 10 y del constituyente del 17 lo frenaba.

Sin embargo, el decreto sobre la deducibilidad de impuestos por pago de colegiaturas del ISR, nos hace ver que ese espíritu empieza a declinar; poco a poco, a partir de mediados de los 80 se va construyendo un país muy distinto al que conformaron los gobiernos emanados de la revolución del 10.

Sin duda que esta visión del Consenso Washington y del imperio de las leyes del mercado, tuvo y tiene muchos seguidores en el mundo y en México.

En la educación por ejemplo, la exigencia de amplios sectores de la población de la libertad de enseñanza, es un ejemplo de la coincidencia con la visión descrita. Misma que ha sido sostenida por el clero católico, por amplios sectores de las clases medias y por los grupos de derecha en los que está incluido el PAN, que es el partido que hoy gobierna a México.

Rebatir la tesis de la libertad de enseñanza en un país como el nuestro de una gran tradición liberal, no es fácil. Si algo caracteriza a la tradición liberal es la lucha permanente por la libertad de los hombres para decidir sobre sus vidas. Y el hecho de que el ciudadano exija al Estado el derecho de educar a sus hijos de acuerdo a su forma de ver el mundo como padre, es algo propio e intrínseco de una sociedad liberal como la nuestro; porque ello constituye un derecho inalienable de los ciudadanos de este tipo de naciones.

Sabiamente el estado mexicano había superado esta contradicción con la institucionalización de la enseñanza privada.

Otro factor, que se suma a los dos anteriores descritos, y que también ha influido para que hoy el actual gobierno federal esté dando un paso importante hacia la privatización de la educación en México, es sin duda los malos resultados que el proyecto de la escuela pública presenta a la sociedad.

Es claro, que mucho de lo mismo, es responsabilidad del propio Estado al no poder cumplir cabalmente con lo establecido por el precepto constitucional del artículo tercero, tal vez por incapacidad financiera o por perversidad política o ambas cosas.

Pero también es claro, que mucho de esos malos resultados que hoy presenta la escuela pública, también se debe a la falta de compromiso e incapacidad manifiesta de muchos de quienes debieron y deberían estarla defendiendo por encima de todo: sus funcionarios, los maestros y su organización sindical.

A este respecto, ni siquiera vale la pena recontar hechos, todos sabemos a qué nos referimos.

Con el paso que hoy se está dando de parte del gobierno federal, en el sentido de fortalecer la privatización de la educación en México, la posibilidad de construirles una vida mejor a muchos niños y niñas que hoy viven en la más lacerante de las miserias se reduce más y más.

El modelo chileno, de entregarles el dinero a los padres para que ellos decidieran la escuela en la que querían que sus hijos se inscribieran; hoy el gobierno mexicano lo ha superado de manera más inteligente: no sólo le entrega el dinero a los padres, sino que, con su propuesta de deducibilidad ampliará la base de recaudación de muchos que hoy no pagan impuestos; es una pena que este dinero no vaya a ser para la escuela pública.

Para muchos funcionarios y maestros, que alguna vez me escucharon respecto de la necesidad de fortalecer la escuela pública, por los riesgos, que como el presente, se estaban viniendo; y que lo vieron como un discurso lejano y que nunca hicieron nada por la misma, les digo: nuestro vaticinio, lamentablemente se está cumpliendo.

Ahora, a los mismos les pronostico: mucho del paraíso económico que nos ha brindado hasta ahora la escuela pública, también se enrarece.

Esta decisión, hará sin duda un país más inequitativo del que hoy tenemos; por ello, la misma, como demócrata me pesa.

Círculo de lectura “La Tenebra”

Tepic, Nayarit, México.


Sociedad del Conocimiento

José Blanco
Puede leerse en la web de la UNAM un mensaje del pasado 10 de febrero: “A pesar de los avances registrados en materia educativa, México no está inserto en la sociedad del conocimiento, estableció el rector de la UNAM, José Narro Robles. Es preocupante, abundó, que los mexicanos tengan, en promedio, una escolaridad menor a nueve años, un rezago educativo de 33 millones de personas, y casi 6 millones de quienes no saben leer ni escribir. ‘Eso nos hace vulnerables frente a la posibilidad de incorporarnos plenamente al desarrollo’”.

Es aún más preocupante, agregaría en apoyo de lo dicho por enésima vez por el rector de la UNAM, que no sólo no estamos haciendo nada por incorporarnos a la sociedad del conocimiento, sino que ni siquiera nadie en este país lo está discutiendo (al menos públicamente). Sencillamente parece ser un asunto que al gobierno, a los partidos políticos, al propio sistema educativo tampoco le interesa, con rarísimas excepciones, como es el caso referido. Y vaya que hay debate en el mundo desarrollado sobre el asunto.

Escribo el 11 de febrero desde el marco de la OCDE Conference Higher Education in Cities and Regions Stronger, Cleaner and Fairer Regions, que tiene lugar en Sevilla, España. He oído a numerosos conferenciantes de diversos países del mundo exponer las dificultades y los mil puntos de vista sobre las articulaciones de las instituciones cuya responsabilidad es generar ciencia básica, ciencia aplicada y tecnologías, con una industria altamente compleja que en el mundo se desarrolla con velocidad meteórica.

Acaso el programa de mayor valor estratégico de la OCDE sea el Programme on Institutional Management in Higher Education (IMHE), una red internacional de profesionales y líderes de la educación superior, responsables políticos, gestores e investigadores, que ha reunido una vasta información sobre la educación en el mundo. Su propósito es la mejora de la calidad de la enseñanza y el aprendizaje, la medición del desempeño y los resultados del aprendizaje, el acceso y la competitividad regional, haciendo especial énfasis en la innovación.

Oír el discurrir de los conferenciantes de la Conferencia de Sevilla y los problemas que refieren, muestra una falla básica en la operación del IMHE. Una y otra vez, al referirse a la relación universidad-desarrollo industrial, se hace referencia más específicamente a la relación de la industria con la investigación científica y tecnológica. En Sevilla, por ejemplo, está creciendo de manera acelerada una importante industria de generación de energía eléctrica a partir de la radiación solar; una industria limpia, sin lugar a dudas, inmersa en una gran preocupación por la innovación en términos de su productividad. En Andalucía hay también una industria aeronáutica, con preocupaciones análogas. Pero en lo que toca a su vinculación con las universidades, repito, la innovación se espera como un producto de la investigación universitaria. No está mal, por supuesto. Pero en la universidad se piensa en la empleabilidad y se olvida la innovación en la formación de los recursos humanos. En este par de asuntos coincide y converge con la operación del IMHE.

No está mal pensar en el empleo de los egresados, pero sería mejor si se añadiera la preocupación por formar a egresados capaces de innovar al punto de poder volverse empleadores en industrias innovadoras. Algo que sólo es alcanzable si la universidad forma egresados innovadores lo que, a su vez, sólo es alcanzable por conducto de métodos y profesores asimismo innovadores.

En Europa estos egresados están siendo generados por un número creciente de universidades que cruzaron por el proceso de Bolonia, y su cambio radical en la organización del conocimiento y la adquisición del mismo por los estudiantes.

Sin embargo, es observable que, hasta hoy, es prácticamente inexistente la vinculación del trabajo que llevó a cabo el proceso de Bolonia, y la OCDE con su programa del IMHE. Al final de cuentas, las universidades exitosas en las transformaciones creadas por el proceso de Bolonia, terminarán haciendo quizá un mejor trabajo que el que lleva a cabo el IMHE, pero se antoja que una articulación inteligente entre esas universidades y el programa referido de la OCDE sería un atajo haca el crecimiento de la productividad europea.

El proceso de Bolonia ya ha terminado, y continuará, con vida propia, desarrollándose de muy diversos modos en las universidades europeas. Será un desarrollo desigual que dará ventajas a países como Alemania, Finlandia, Noruega o Dinamarca, ventajas ahora más acentuadas, si su educación superior, que tomó la delantera, puede mantenerla.

Ver a México desde estos escenarios, es mirar que cada día que pasa, es mucho tiempo perdido. El debate político sobre la sociedad del conocimiento no está a la vista, y mucho más lejos se ve cómo emprenderemos un camino cuya dirección apunte hacia algún modo de crear un acuerdo nacional producto de la conciencia de nuestro atraso formidable. Sólo crear un sistema de enseñanza básica para los niños, digno de ese nombre en el siglo XXI, se muestra como la cuarta tarea de Hércules. Comienza por limpiar los establos de Augías (aquí llamados SNTE), mediante el desvío de los ríos Alfeo y Peneo, para barrer toda la inmundicia acumulada.

Comunicado conjunto de Carmen Aristegui y MVS Radio

Buzz Mar, 15/02/2011 - 18:05

Los taches de las colegiaturas deducibles

Cubículo Estratégico

Carlos Mota

Bu
  • 2011-02-15•Al Frente

En el condado de Greenwich, Connecticut, uno de los más ricos del mundo, a 35 minutos al norte de Manhattan, las familias de mayor poder adquisitivo pelean porque su casa se ubique dentro de ciertos distritos escolares de educación pública. ¿La razón? Las primarias públicas de la zona se encuentran entre las mejores de Estados Unidos. Los ricos entre los ricos prefieren la educación que provee el Estado.

En los países desarrollados la educación pública es la mejor de todas. Nadie lo disputa. Ir a una escuela privada llega a ser una excentricidad de los nuevos ricos.

En México la educación pública básica es mayoritariamente mediocre. Es tan mala que los hijos de los presidentes, secretarios, subsecretarios, directores y hasta jefes de departamento de la administración pública la evitan a toda costa. Es como ir a un restaurante cuyo chef prefiere comer enfrente, en lugar de degustar lo que produce su propia cocina.

Ayer el presidente Calderón anunció algo que a muchos pone felices, la deducibilidad fiscal de las colegiaturas hasta el límite equivalente al promedio del costo al Estado de la educación pública por alumno. Era un largo anhelo de la clase media alta. En teoría es una buena noticia, pero podemos identificar algunos taches:

El primero es que el Estado está claudicando explícitamente a la posibilidad futura de crear un sistema de educación básica competitivo, que dé la pelea a las escuelas privadas. En el futuro, de entre las familias que puedan pagar ¿quién va a querer inscribir a sus hijos a una escuela pública si además ahora puede deducir las colegiaturas?

El segundo es que el gobierno no le cobra la factura de la mala educación pública al sindicato de maestros de la señora Elba Esther. Por el contrario, ¡el Presidente dijo que el costo fiscal será absorbido con “ahorros”! ¿No había llegado la hora de decirle a la señora que el costo de lo malogrado lo tiene que pagar su sindicato?

El tercero es que la brecha social se ampliará. La sociedad mexicana, clasista como es, tendrá incentivos para pagar incluso una colegiatura más cara, acentuando las diferencias de percepción entre los chicos sobre lo que significa ir a una escuela pública y a una privada.